domingo, 11 de diciembre de 2011

La RAE y el masculino genérico

Al hilo de esta noticia publicada en el ABC del día 6 de diciembre en su edición de Sevilla, Máster de género y "génera", quisiera manifestar que no comparto en absoluto la línea que sigue la redacción de este artículo. Soy correctora de ortotipografía y estilo y, al mismo tiempo, especialista en temas de igualdad y género, ¿acaso ambas ocupaciones son incompatibles?

¿Por qué se crea tanta alarma cuando hablamos de renovar y adaptar la lengua y nos aferramos a la idea de que si lo dice la RAE, bien dicho está? Faltaría más, una institución “avalada por tres siglos de magisterio”…Quizás, precisamente por eso, convendría revisar ciertas normas de vez en cuando, que la lengua, al igual que los tiempos, son susceptibles de cambios, ¿o alguien se atreve a decir que no?

La lectura no debe quedarse sólo en si tenemos que decir y/o escribir jueces o juezas, médicos o médicas y miembros o miembras… porque ésa es, sin duda, una lectura superficial. El lenguaje es un potente medio de difusión de ideas que requiere replantearse sus usos tanto en procesos educativos como de comunicación y máxime en una sociedad caracterizada por una estructura marcada por las desigualdades y discriminación por cuestión de género.
Como al señor Antonio R. Vega no le gusta el término “invisibilizar” aludiendo que el DRAE no lo recoge -sí, como tantos otros términos que por el uso y el abuso han tenido que ser admitidos finalmente ¿o no? Un ejemplo más de que la lengua se renueva con el paso del tiempo…- no le diré que el pretendido masculino genérico invisibiliza a las mujeres, pero sí le diré que lo que no se nombra, deja de existir y por tanto desaparece; algo que hoy por hoy choca de frente con la realidad en la que vivimos y crecemos, una realidad conformada por hombres y mujeres les guste o no.

En este punto, traigo aquí un artículo Las otras funciones del masculino cuya lectura no puede ser más ilustrativa al respecto: Donde dice... (Páginas de 11 a 13)
Su autora es Mercedes Bengoechea -Filóloga, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá e integrante de NOMBRA (Comisión Asesora sobre Lenguaje del Instituto de la Mujer)

Saludos,
Una ventana para generar igualdad

domingo, 27 de noviembre de 2011

En el Día Internacional contra la violencia de género, carta abierta a una de demasiadas víctimas…

Hoy por ser el día; pero hoy, como ayer, como siempre, pienso en ti porque necesito creer que hoy, por ser el día, pero desde hoy, no como ayer, no como siempre, empezarás a vivir.

Quisiera comenzar pidiéndote disculpas; lamento no ser capaz de proyectar en mí todo el sufrimiento que durante años has acumulado para llegar así a entenderte. Porque no es lo mismo cuando el dolor se vive desde el otro lado de la barrera.
Cada temblor, cada miedo, cada moratón que intentas disimular me pellizca el corazón; sin duda, un dolor en pañales. El tuyo ha arraigado y es tan parte de ti que cuando no lo sientes te asustas, porque es entonces cuando no te reconoces. Aunque… ¿acaso recuerdas la última vez que fuiste tú misma?

Soportas la carga de cada día sin ilusiones, retos, ni esperanzas porque te sientes nadie. Te han hecho creer que nada eres y aún así sigues en pie.

Admiro tu fuerza y tu entereza. Yo me derrumbo ante la primera adversidad, hago de todo un mundo y tú, aunque rota por dentro, luchas constantemente por sobrevivir. Porque no quieres irte, porque lo que ayer veías en el espejo al mirarte te gustaba y sueñas con reencontrarlo; porque lo echas de menos, porque te echas de menos.

“¿En qué me he convertido?”- repites constantemente con una cadencia agónica que muerde en el costado… ¡No! ¿En qué te ha convertido aquel en el que depositaste tu confianza, tus sueños y tus planes de futuro? Porque cuando el amor que diste volvió a ti en forma de bofetada, empujón, puñetazo o insulto, dejaste de ser tú y te convertiste en la sombra de lo que eras.

Me duele cada golpe, cada mordisco, cada patada, cada mechón de pelo arrancado como si fuera mío. Me duele cada insulto, cada mirada de reproche, amenaza y extrema tensión, como si la viviera yo. Y todo ello pese a lo complicado que me resulta imaginar cuánto te dolerá el corazón.
Un corazón para el que no tengo repuesto, pero sí puntos de sutura que ayudan a frenar el desgarro.

Y en ese papel de costurera me encuentro yo, entre tantos y tantas profesionales, tendiéndote una mano que temes estrechar, demasiadas decepciones te han hecho perder la confianza en todo lo que te rodea ¿Quién no lo entiende?

Sufres sola, pero no luches sola porque no lo estás. Todavía hay personas que se levantan cada día con una meta por objetivo: apoyarte y ayudarte a bien vivir. A veces lo logramos; otras nos quedamos atrás, pero no cesamos en el empeño… No seas tú la que te rindas. ¿Acaso no merece la pena intentarlo?

El dolor es tuyo, pero al compartirlo lo has hecho también nuestro.
En esto no estás sola. Nos tienes y te tenemos.
No lo olvides. Por y para siempre…


Saludos,
Una ventana para generar igualdad

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El juguete… ¿nace o se hace –más bien hacemos- sexista?

Qué duda cabe que a estas alturas del calendario nos acercamos vertiginosamente hacia fechas que, lo queramos o no, provocan sentimientos encontrados: hay quien las disfruta por lo entrañables, y hay quien está deseando que pasen tan rápido como llegaron; lo de siempre, sobre gustos no hay nada escrito.

Sea como fuere, lo que sí está claro es que, nos guste o no, son días de consumo feroz, incrementado a la enésima potencia.
A todas horas y en todos los medios se nos bombardea con continuos mensajes con el preclaro objetivo de generarnos necesidades inconscientemente… y lo consiguen, ¡vaya si lo hacen!

Y en este contexto de consumo voraz y enfervorecido ¿cómo obviar las campañas de juguetes dirigidas a l@s más pequeñ@s de la casa? En este punto, propongo un ejercicio basado en la autorreflexión: quienes tenemos y debemos asumir la responsabilidad de su educación ¿en algún momento nos hemos parado a analizar los mensajes que les estamos transmitiendo?, ¿somos capaces de leer entre líneas con mirada crítica y gafas de aumento? Si no es así, estaría bien que nos lo empezáramos a plantear... Es muy peligroso limitarnos a echar balones fuera reduciendo las responsabilidades a l@s publicistas cuando en este asunto concreto todos y todas somos corresponsables directos.

La sociedad en conjunto se muestra orgullosa de los avances y logros que se han ido conquistando con el paso de los años y, desde luego, no voy a ser yo la que lo niegue; por supuesto que se han dado pasos hacia adelante, pero no me negaréis que a día de hoy ciertos mensajes disfrazados de juguetes conservan un regusto a rancio y naftalina que echan para atrás...

Si en la década de los 40-50 los juegos en los que se educaban a niños y niñas (por separado siempre) eran fiel reflejo del articulado de la Sección Femenina, y para muestra un botón:


De obligado cumplimiento será reconocer que más bien poco hemos avanzado si ojeamos un catálogo de los que por estas fechas envían las grandes superficies. Más de 200 páginas cargadas de mensajes subliminales que por reiterativos rozan el hastío.

Nos rasgamos las vestiduras cuando leemos cosas como:

“Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo. Especialmente, su plato favorito. Ofrécete a quitarle los zapatos. […].
Prepárate: retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello. Hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite de un poco de ánimo, y uno de tus deberes es proporcionárselo.
Durante los días más fríos deberías preparar y encender un fuego en la chimenea para que él se relaje. Después de todo, preocuparse por su comodidad te proporcionará una satisfacción personal inmensa”.
(Fragmentos extraídos de la Economía doméstica para bachillerato y magisterio de la Sección Femenina, 1958).

Y ¿no nos llama la atención la constante dualidad niño-niña que inunda estas publicaciones? Porque a mí me incomoda sobremanera que a una niña por sistema haya que venderle un mundo rosa (es que no hay variedad en la gama cromática, ¡fíjese usted!) y, por ende, al niño uno azul (sí, como el del príncipe de los cuentos) y da lo mismo que estemos hablando de motos, triciclos, bicicletas, coches o patines… De vez en cuando en un alarde de creatividad y osadía fabricantes sacan a la venta un juguete en amarillo o verde… ¡parece mentira!… A ver ahora cómo saber a quién se lo tengo que regalar… Es que mira que les gusta complicarlo todo…

Tanto se ha escrito y denunciado públicamente este asunto que en lugar de replantearnos el contenido de los mensajes por aquello del “vale más una imagen que mil palabras”, hemos tomado el camino del medio y con el fin de evitar el sexismo en la publicidad se ha optado por hacer desaparecer a las personas, así no hay polémica alguna.
Conclusión: neutralidad= ¿ocultación? Otro ejercicio que ejemplifica lo dicho: comparad los catálogos de juguetes de hace años con los actuales… fijaros en cómo se ha reducido de una manera más que abrumadora el número de fotografías de niños y niñas jugando… Ya no pueden “provocar” las imágenes de niñas cocinando y/o planchando y niños jugando a ser superhéroes, banqueros, ingenieros o militares, sencillamente porque no aparecen, pero ¿significa eso que nuestra mentalidad ha cambiado? O ¿es un simple maquillaje a lo políticamente correcto? Que digo yo ¿es que niños y niñas no pueden jugar juntos? Sin duda, NO, si no les enseñamos que pueden y, de hecho, deben hacerlo.
Y la ocultación de una realidad en la que convivimos hombres y mujeres no creo que sea un buen comienzo, máxime si tenemos en cuenta que jugando es como en la infancia se adquieren conocimientos de todo lo que nos rodea.

Bien, pongamos que juegan juntos… Ahora toca entrar en el tema de los roles.

Curiosa esta imagen de los años 50 en que los niños jugaban a ser soldaditos y las niñas les acompañaban vestidas de enfermeras: ellas siempre al cuidado… Porque así debe ser ¿no? Y cuando no están al cuidado, su anhelo se traduce en ser madres, princesitas, top model o maquilladoras…

¿De verdad hemos cambiado tanto?

Sigo leyendo el catálogo y me asombra (es triste, pero es así) encontrar una imagen como ésta:

Sí, sí, un niño…¡jugando a las cocinitas! Si tenemos en cuenta que en esa página aparecen seis distintas: dos de ellas regentadas por niñas, sólo una compartida (la de la foto) y las restantes “neutrales”… En fin, todavía nos queda bastante por hacer, pero es un comienzo.

Otro pequeño avance, parece que vamos entendiendo que niños/as pueden jugar juntos… aunque la dirección y, en este caso, el volante lo lleven ellos… Por más que he buscado…la inversión de roles se apunta, pero no despunta.

Queda un largo camino por recorrer para conseguir erradicar el sexismo de unos roles atribuidos históricamente y de los que aun nos cuesta desprendernos. En esta iniciativa, tod@s debemos llevar la voz cantante (y no sólo nosotras la sartén por el mango) y abrir bien los ojos ante los mensajes que día a día recibimos e interiorizamos de manera inconsciente (en otra ocasión hablaremos de la publicidad para adultos, donde hay mucha tela que cortar).

Mantener una mirada crítica, es lo que nos ayuda a crecer. Ya lo dijo Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.
Pitágoras y el masculino genérico… Por lo menos, hoy somos capaces de detectarlo; sin duda, algo hemos avanzado.

Saludos,
Una ventana para generar igualdad

lunes, 31 de octubre de 2011

Hay halagos… que ofenden

En ocasiones, lo que te sucede a lo largo del día puede dar pie a la reflexión; es por tanto bueno, así que desde aquí unas palabras de agradecimiento a los cuatro trabajadores de la construcción, “hacedores de zanjas” que a diario se afanan por convertir mi calle en un queso gruyere, y no tanto por el incesante cavar –ese extremo prefiero obviarlo- sino por los comentarios, chascarrillos, silbidos y gestos que me dedicaron al pasar hace un par de días cuando tiraba del carrito de la compra hacia mi particular calvario de la semana. Y, desde luego, no porque el hecho me agradara en sí, que no lo hizo, más bien todo lo contrario, sino porque me permitió replantearme algo que tenemos tan asumido por arraigado que ya ni nos cuestionamos y es ¿el porqué realmente del piropo?, ¿es un fin en sí mismo o un medio para…? ¿Para qué realmente? me pregunto yo.

Ni qué decir tiene que al hilo de este comentario habrá quien piense “Sí, el típico tópico de los obreros piropeando a las mujeres en plena calle. Total… siempre es lo mismo”. ¡Claaro! Siempre es lo mismo… y ahí nos quedamos, ¿será que va incluido como extra en la nómina?, ¿lo firman por convenio? ¿O es que la sociedad en conjunto ha acabado por integrarlo como lo habitual?
Porque en ocasiones tengo la sensación de que por normalizado, parece que es de obligado cumplimiento, hasta el punto de que si un día concreto el piropo en cuestión, por la razón que sea, no llega… pues, a una como mujer le hace sentir hasta mal… (“estos pantalones no me quedan bien”, “me tenía que haber soltado el pelo” o “la próxima vez me planto los tacones”…) O ¿no es cierto? ;-)

¿De qué estamos hablando realmente?

Sin duda, lo que está claro es que se sea hombre o mujer a todos nos gusta que nos regalen el oído, porque es así y porque forma parte de nuestra esencia, pero existe una delgada línea que con frecuencia se atraviesa entre lo que puede resultar agradable y lo que roza la ofensa y el mal gusto.
Estamos hablando del piropo como:

1. Sinónimo de masculinidad y hombría. Él, situado por encima, da su opinión y evalúa en la mayoría de las ocasiones a una desconocida que ni se lo ha pedido, y a la que poco le interesan sus comentarios. A pesar de eso, lo hace ¿por qué? Porque está convencido de que el sistema funciona así: la mujer cumple con su función meramente decorativa y él, como hombre que es, puede manifestarse al respecto cuando y como le venga en gana, si es en público mejor, que su virilidad ha de hacerse notar…

2. Expresión de control y superioridad. Generalmente viene de la mano –más bien de la boca- de hombres en grupo (rara vez actúan así a título individual) con la intención de dejar constancia de que son ellos los que juzgan, eligen y seleccionan – como si de una feria de ganado se tratase-.

3. Reflejo de posesión. Lo “mío” ni se menta, ni se toca; ahora bien, yo sí puedo hacerme con lo de los demás… Los del silbido en la boca ¿cómo reaccionan si las chistadas son sus parejas?

4. Una muestra más de la cosificación del cuerpo femenino: en la mujer se prioriza el aspecto estético; es la insultante parte por el todo que fragmenta el cuerpo y lo reduce a “un buen culo” y “¡qué pechotes!”.

Con todo, me he propuesto hacer un estudio y contabilizar el número de ocasiones en que se dé una inversión de papeles y sea la mujer la que tome las riendas del mecanismo de la lisonja pública, ¿qué me encontraré?

Creo que ha llegado la hora de analizar con perspectiva de género la realidad que nos rodea. Es hora de romper con estereotipos y lo impuesto por tradición. Es hora de ir desterrando comportamientos propios de una sociedad machista que ha relegado el papel de la mujer a un simple elemento ornamental para el desahogo sexual del varón.

Si no lo conocéis, os invito a ver este corto de Juan Rivadeneyra Mi señora, ganador del CINEMAD 2003. Extraordinariamente ilustrativo.

"Mi señora" Juan rivadeneyra. Youtube

Ya me contaréis cómo se os queda el cuerpo.


Saludos,
Una ventana para generar igualdad

viernes, 21 de octubre de 2011

¿Tú mujer?...tú concilias

Hoy me gustaría hacer una reflexión a partir de una noticia publicada el mes pasado en Europa Press Social

Una empresa niega la reducción de jornada por cuidado de menor a un empleado porque dice que lo debe hacer su mujer


Sin duda, para el desarrollo de medidas de conciliación es de vital importancia la implicación, concienciación y sensibilización por parte de la empresa, si no hay interés por su parte difícilmente podrán adoptarse medidas necesarias para la conciliación de la vida familiar, personal y laboral como, por ejemplo:

- Asegurar el compromiso del equipo directivo en la adopción de medidas que faciliten a los trabajadores/as a adaptar su jornada laboral y compromisos profesionales a sus obligaciones familiares.
- Informar sobre permisos a los que se puede optar y en según qué condiciones
- Concentrar la jornada laboral en una misma franja horaria intensiva, sea de mañana o de tarde eliminando la jornada partida.
- Potenciar el uso de las nuevas tecnologías para fomentar e implementar el concepto del teletrabajo lo que garantiza lograr flexibilidad total.
- Flexibilidad en los márgenes horarios tanto a la entrada como a la salida.
- Ampliación de cobertura y prestaciones del servicio médico de empresa.
- Gestión de acuerdos por proveedores de diversos sectores para que apliquen descuentos a la plantilla.
- Ayudas para comida: comedor de personal con precios económicos para la plantilla.
- Creación de espacios de guardería que se hará cargo del cuidado de los/as hijos/as del personal mientras dure la jornada laboral en periodos de vacaciones escolares o en días no lectivos del curso.

Y un larguísimo etcétera…

Pero soy de la opinión de que todo esto sirve de más bien poco si por nuestra cuenta, cada uno y cada una no somos capaces de negociar esa corresponsabilidad en casa, con nuestras parejas tanto en lo que a tareas domésticas como en lo relativo a la organización familiar se refiere.


Estamos pidiendo a gritos un cambio de mentalidad y una flexibilidad por parte de las empresas, pero ¿qué hay a nivel individual? ¿Somos plenamente conscientes de lo que estamos hablando y de cómo debemos gestionarlo? En ocasiones tengo la sensación de que, en parte, se ha malinterpretado el concepto, la conciliación se está entendiendo como el recurso útil para que las mujeres dediquen más tiempo a las obligaciones familiares (cuidado de la casa y personas dependientes) dejando aparcadas las necesidades de formación, descanso y ocio que están estrechamente relacionadas con la calidad de vida.

Quizás sea interesante también no olvidar que, en cierto modo, la conciliación ha de empezar por un@ mism@.

Saludos,
Una ventana para generar igualdad

miércoles, 12 de octubre de 2011

Desinformando la violencia de género

Una mujer más ha sido asesinada; sus sueños, sus objetivos, sus ilusiones se han perdido con ella. Una vida más ha sido sesgada; una más, otra persona más.
Y no me importa el cómo, ni el dónde, ni el cuándo, sólo me interesa el porqué; sólo quiero llegar a entender el porqué.


A los medios de comunicación os pido que aparquéis el morbo. No quiero saber si la mataron a punta de pistola, a golpes o con una puñalada mortal que le partió el corazón en dos –o en cuatro, porque ese corazón, seguro, ya antes estaba partido-. No quiero escuchar la opinión del vecindario que no me ayuda a entender.

Yo, lo único que quiero saber es por qué. Porque una mujer, otra mujer ha sido asesinada y necesito llegar a entender el porqué. Y tampoco quiero cifras. Hablamos de vidas… que las cifras no son más que meros datos que, lo queramos o no, acabaremos olvidando.

Contadme cómo se llegan a producir estas situaciones de violencia extrema. Qué desencadena una explosión de brutalidad como ésta, quiero saber cuál es la raíz de ese menosprecio a la figura de la mujer en general, y de la que es su víctima, en particular.

No puedo soportar que frivolicéis sobre los posibles móviles de este nuevo crimen; no lo necesito, para eso ya tengo a los CSI… ¡Por favor! Que estamos hablando de la vida de personas rotas por el dolor de un día a día a manos de aquel que se cree dueño y señor de todo, SU mujer, entre otras cosas… A manos de aquel que ha mamado socialmente (y de esto unas y otros somos culpables) una concepción patriarcal que le ha brindado autoridad y posicionado en las jerarquías superiores: la mujer sometida al dominio masculino; así es y así debe ser. Interesante ¿no? Vaya papelón el nuestro, ¡sí señor! Digo… ¡sí MI señor!

Cuando los medios os empeñáis en contribuir a visibilizar el problema de la violencia de género, sacarlo a la luz –algo muy loable, por otra parte, ya que de esa forma se ha conseguido denunciar públicamente que el problema no es de unos pocos-, lo estáis haciendo, a mi parecer, desde la óptica del sensacionalismo y del amarillismo más escabroso y eso, en modo alguno, sirve de apoyo o de ayuda; más bien todo lo contrario.

Pero ¡claro!, difícilmente puede darse una buena información si no hay formación.

Quizás, lo que no sabéis y por ello no lo podéis transmitir, es que la conducta de las personas está íntimamente ligada al grado de socialización en la infancia que es cuando se construye la personalidad. Que la violencia no es instintiva, se aprende y no puede ser considerada cuestión biológica (de ser así todos los hombres la ejercerían de manera indiscriminada contra toda mujer y dejaría de ser selectiva) y que el origen de todo esto probablemente radica en la aceptación social de roles y papeles distintos que fomentan la desigualdad entre hombres y mujeres.




Estas diferencias se transmiten generacionalmente porque es un sistema aceptado de manera universal, porque ha arraigado como modelo social. La desigualdad de funciones, de papeles, de metas entre hombres y mujeres se ha normalizado y, como norma, se transmite generacionalmente. Es un patriarcado consentido que insiste en la desigualdad entre ambos, aspecto que empieza a perfilarse desde el momento en que se nace: si uno nace niño se le educa en valores de fuerza, resistencia y en la no manifestación externa de sentimiento y/o sensibilidad. Se le viste de azul, se le anima a jugar con camiones y cochecitos y, por supuesto, a que no coja una muñeca… que eso es cosa de chicas.

Desde pequeños, los niños van aprendiendo formas de masculinidad directamente proporcionales al grado de violencia ejercido, así se demuestra en videojuegos, juegos de mesa, películas infantiles... se les educa con el propósito de acentuar, de dar forma y sacar a la luz su virilidad y su hombría.

A las niñas, en el otro extremo, se nos educa, porque así lo marcan los cánones, en el rosa de la sumisión, complacencia y servilismo. Nuestra función: reproductora. Nuestra proyección laboral: ¡¡toda!! mientras sea en las cuatro paredes de la casa, ¿quién si no ha de hacerse cargo de las obligaciones que conlleva mantener un hogar así como de la crianza y educación de hij@s? (Esto de la corresponsabilidad y la conciliación da para mucho, mejor poco a poco…).

Pero nada; de esto, ni mención en vuestros artículos. Eso sí, nunca falta el dato: ¿había denunciado?, ¿tenía orden de protección? Un arma de doble filo: por una parte, se pone el acento sobre la importancia que tiene el dar a conocer públicamente estos hechos para que el conjunto de la sociedad pueda condenarlos, pero por otra, se carga sobre la mujer la responsabilidad de su asesinato sin tener en cuenta ni la mecánica de los malos tratos, el ciclo de la violencia o la dependencia emocional que impide reaccionar a tiempo. Y digo yo, si no dudamos en definir la violencia de género como terrorismo doméstico, pensemos: en igualdad de condiciones ¿culpamos a los que han muerto víctimas del terrorismo por no haber salido del País Vasco?

¿Y qué causa todo esto?

Para mí, sin duda, el principal motivo es la falta de formación especializada de los profesionales. Al mismo tiempo, la inmediatez y síntesis propia de la urgencia informativa impide que se trate la información con el rigor que debiera. Se están contando todos los casos de tal manera que me da la sensación de que se habla siempre del mismo, de un “prototipo”, cuando realmente cada uno está inmerso en una historia que difiere por completo de otra, pese a que una base de desigualdad subyace en todas.




Escucho las noticias. Parece que hay una nueva víctima, otra mujer asesinada. Es la número… ¿qué más da?
Ahora necesito saber, ¿hasta cuándo?
Porque, como dijo Marcel Proust: “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.


Saludos,
Una ventana para generar igualdad

miércoles, 5 de octubre de 2011

Gracias señor juez por aclararme lo que sigo sin entender...

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Llamar/zorra/esposa/insulto/Audiencia/Murcia/elpepusoc/20111003elpepusoc_12/Tes

Escucho las noticias y me viene a la cabeza aquello de "No hay peor sordo que quien no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver". Lo confirmo. Nuestra sociedad ha sido absorbida por una aparente ceguera con cierto principio de sordera más que preocupante...

No es tan grave; lo que ocurre es que no entendemos el mensaje. Me tengo que acostumbrar, todo es ponerse.

Porque ahora, cuando me llames "zorra", me pararé de inmediato a darte las gracias por el cumplido.
Lo de que quieras "verme en una caja de pino", ¿me lo tomo como que me vas a construir una casita de madera a orillas del mar?
Cuando me des ese bofetón de siempre para huir de ti mismo...callaré, porque lo haces por espabilar al "astuto animal que actúa con precaución" en el que me has convertido.
Y cuando estés proyectando en mí todos tus miedos, frustraciones y debilidades y luches contra ellos a patadas, mordiscos y empujones...me reconfortaré al pensar que lo haces para mejorar, porque en el fondo es eso ¿no? luchas contra mí por todo aquello que te resulta insoportable de ti. Pero estaré tranquila, eso no es violencia, forma parte del proceso de cambio; todo, porque quieres ser mejor persona.

Cuando hayas conseguido hacerme desaparecer, te daré las GRACIAS... por fin estaré descansando en paz.


Saludos.

Una ventana para generar igualdad.

martes, 27 de septiembre de 2011

¿Tú también quieres creer que la violencia de género se debe a problemas psicológicos?

Antes de nada te invito a leer el siguiente artículo publicado en Europa Press, el pasado mes de agosto.

http://www.europapress.es/epsocial/igualdad-00328/noticia-mas-72-espanoles-cree-violencia-machista-debe-problemas-psicologicos-14-justifica-20110802125649.html

Te diré que yo personalmente no estoy de acuerdo con este tipo de afirmaciones.
No creo que se deba reducir el problema limitándolo a factores psicológicos; para mí la formación y la reeducación en valores es el pilar fundamental, la base de buena parte de la solución al problema.

La prevención de la violencia contra las mujeres no puede ser una actuación aislada, debe ir unida a la prevención de la violencia en general y paralela a la prevención y erradicación de las diferencias de género.

Se hace necesario modificar las pautas sociales y culturales de comportamiento basadas en la idea de inferioridad o superioridad de uno de los dos sexos y en la atribución de papeles estereotipados a la mujer y al hombre, a la vez que se elimina el uso de la violencia como vía de resolución de conflictos.
Bajo mi punto de vista, el proceso parte de la reeducación en valores de todo el conjunto de la sociedad y para ello no podemos limitarnos a la educación únicamente desde el punto de vista académico. Se ha de conseguir que en este proceso interactúen todos los elementos de la sociedad, desde cualquier ámbito profesional, pasando, claro está, por los medios de comunicación, vehículo de transmisión de ideas de y para las masas hasta llegar al seno de las familias, retornando al ámbito de lo privado en un intento por hacer universal la creencia de que los hombres y las mujeres somos iguales y como iguales hemos de ser reconocidos, que no como idénticos ya que no somos intercambiables.

La igualdad no ha de suponer la eliminación ni la supresión de las diferencias ya que éstas deben darse puesto que existen, lo que se ha de buscar es la supresión de la discriminación amparándose en la desigualdad.

¿Y si no nos limitáramos a "desprogramar al maltratador" sino que en los primeros años habláramos de programar –educar- en emociones, socialización y lenguaje?
Cuando los/as niños/as empiezan a formar su personalidad, expresan sus emociones a partir de los patrones establecidos socialmente, basados en la distinción según género: los niños son fuertes, no lloran… Es importante lograr que sean capaces de diferenciar el amplio espectro de sentimientos que se conocen, que los identifiquen en los demás –comunicación no verbal- , que comprendan que no existen sentimientos distintos para niños y niñas y que han de saber reaccionar positivamente ante ellos: no es malo sentirse enfadado/a, pero sí lo es si, por ello, reaccionamos violentamente.

Por otra parte, en el refuerzo de su personalidad juega un papel importante el grado de autoestima que alcancen: en estas edades es muy importante valorar tanto la opinión que uno/a tiene de sí mismo/a como la que recibe de los demás, de su entorno más próximo (familiares, amigos/as, compañeros/as de clase, etc.). Para trabajar la igualdad, en este punto se hace muy interesante trabajar el tema de la asignación de roles y el intercambio de papeles: los chicos como chicas y viceversa. Al formular determinadas preguntas serán capaces de extraer conclusiones: ¿cómo se han sentido?, ¿qué trato han recibido?, ¿se han sentido cómodos/as?, ¿hubieran cambiado algo? La empatía es la mejor forma de potenciar igualdades.
Importante, a su vez, el análisis al lenguaje sexista de los medios de comunicación así como el tratamiento que se da a la violencia de género.

La vía más efectiva para terminar con los mitos encargados de perpetuar la diferenciación de géneros es lograr, desde un principio y desde edades tempranas, que chicos y chicas sean capaces de detectarlos, reconocerlos y sientan la necesidad de cambiarlos.

Hace años tuve la oportunidad de escuchar en una conferencia a Ana Mª Pérez del Campo, que decía así: “Todos los golpes son ʻsin querer’, porque todos son sin afecto, sin cariño, sin amor. Las promesas nacidas en la violencia se hacen para incumplirlas, son parte de ella; por eso, todos los golpes son los últimos, porque, en verdad, lo son hasta el siguiente”.

Saludos.

Una ventana para Generar Igualdad.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Hoy es mi primer día...

¡Hola!

Hoy, 24 de septiembre de 2011, empieza para mí una nueva etapa. Hoy dejo abierta para quien quiera asomarse esta ventana hacia la igualdad; pero no quisiera hacerlo sin antes presentarme.

Me llamo Montse Casasempere Ruiz, técnica superior en igualdad de oportunidades, y aunque mi primera formación estuvo más ligada al campo de las humanidades (soy licenciada en Historia del Arte y diplomada en Bilbioteconomía y Documentación) casi desde siempre he sentido la necesidad de dar respuesta y buscar los porqués de una realidad, afortunadamente cada vez más visible, aunque no por ello menos alarmante, como es la violencia que a día de hoy y en cualquiera de sus manifestaciones sufren las mujeres por el mero hecho de ser... mujeres.

Esa inquietud es la que me ha llevado a buscar respuestas desde una formación centrada, en un primer momento, en la violencia de género como tal: postgrado en malos tratos y violencia, actuaciones frente al maltrato familiar, intervención en violencia de género desde la óptica de la psicología clínica aplicada, al margen de talleres sobre prevención y análisis de medidas orientadas a la recuperación de las víctimas.

Con el tiempo he ido comprendiendo que la violencia de género es una más de las múltiples formas en que pueden manifestarse las desigualdades que sufre la mujer en la sociedad actual y ése ha sido el motivo que ha conducido mis pasos hacia una formación orientada a la igualdad de oportunidades y más específicamente en el ámbito laboral como agente de igualdad en la empresa lo que me ha proporcionado conocimientos en el diseño, diagnóstico, implementación y evaluación de planes de igualdad aplicables al contexto empresarial.

Y en esto me encuentro ahora, en la lucha por conseguir cumplir un sueño como objetivo: lograr la igualdad efectiva y real entre hombres y mujeres a todos los niveles y conseguir que las mujeres seamos tan audibles como visibles.

Me gustaría compartir este espacio contigo. La ventana está abierta.

¡Asómate!